Perdida

Tengo la carne trémula mordiendo ausencias, y se vuelve púrpura mi piel por la escasez de tu agua. El silencio se vuelve fuego y duelo, calcinando mis cosechas, y me como las cenizas esparcidas por no tener besos que llevarme a la boca. Soy isla para un naufrago, con palmeras como perchas donde cuelgo la soledad, tierra sin esquinas, rodeada de un mar congelado que colecciona los ahogados ecos de tu nombre.