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Me acostumbro a permanecer estática ante la lengua burlona de tus desaires...aprendo a desviar el rumbo que me conducía a tus decaídos brazos, fijando mis ojos hacia símbolos y señales que me den la oportunidad de saberme...de vivirme.
Inmóvil permanezco ante cualquier momento de debilidad, para no posarme en tus falsas y oxidadas palabras.
Amanezco cada día y me suicido las ganas, invierto en acciones de antiguos bienestares, para encontrar de nuevo la médula de la razón y atarla a mi cráneo.
Me acostumbro a desvivirte, a esterilizarte, a desmemoriar melancolías... Me acostumbro a la reseca mudez de mi garganta, a la muerte natural de mi sexo y al parto prematuro de un amor engendrado a golpes de martillo.
Fui hueco de cañón para tus balas, pero mi alma era demasiado grande... y resbalaban hundiéndose en el arsenal de lo perdido.
Ya nada es lo mismo, mis ojos casi no producen lágrimas, ya no tatúo mi piel con tus abrazos, ni siquiera te alojo en mi memoria, esto es tan solo la esquizofrenia de un moribundo episodio... es tan solo la enajenada inspiración de un recuerdo...tan solo... nada.